jueves, 23 de agosto de 2012

Dime solo que te quedarás.

Una copa, otra, y otra más. Las penas muchas veces son complicadas de ahogar. Miré a mi alrededor, la medianoche aun no había llegado. Desganada, rellené de nuevo el vaso. No sabía porqué estaba allí, simplemente, estaba. No tenia sentido, todo lo había perdido. Caminaba sin rumbo, perdida en la inmensidad del mundo. La soledad, mi mejor amiga, una amiga impuesta. La odiaba mucho.  Estaba harta de aquella situación, o más bien, de aquel sentimiento. Lo peor de todo, ni tan si quiera me entendía a mi misma, no hacia nada por cambiar las cosas. Estancada, frustrada me sentía mediocre, absolutamente mediocre. En un arrebato pasional, muy frecuentes en mi, lancé el gin-tonic sobre la barra, y sin pensarlo dos veces salí de aquel oscuro antro.

Genial, una gota calló sobre mi cabeza, lo que me faltaba, lluvia. Lancé una mirada de odio al cielo mientras un escalofrió recorría mi cuerpo. Entorné los ojos, nada era nítido, tal vez, cómo mi vida, borrosa. Caminé unas cuantas manzanas sin pensar, dejándome llevar por mi instinto, olvidando lo racional. Cómo un zombi, dando algún que otro tumbo, me dirigí decididamente a la gran escalinata de Montmatre. Arriba, una de las vistas más preciosas y bohemias de la ciudad. Miles de luces, pequeñas, en movimiento. La lluvia, insistente. La luna, la gran dama de la noche, sobresalía entre las espesas nubes. Sobria aún, dejándome llevar por la lejana melodía de un violín, me acerqué al borde, empapando de sensaciones mis sentidos. La gélida brisa de la noche me hacia sentir libre, joven; por un segundo me sentía bien. Desde allí arriba todo era diferente; las personas, diminutas, cada una a lo suyo, siguiendo su camino, su plan de vida. Habían encontrado el sentido a su existencia, eran útiles, destacaban. Sin embargo, ¿qué había logrado yo en mis veinticuatro años? Había desperdiciado el tiempo, algo que jamás podría recuperar. Mudarme a París era mi sueño, un sueño que logre hace algo más de un año. ¿Y ahora? No conseguía encontrar mi lugar en aquella gran civilización. Tantas personas y nada que me ligase a aquello, quizás era el momento de regresar. Lagrimas fundiéndose en la lluvia. Sola y sin ambiciones, me sentía vacía, sin ganas de seguir luchando, si es que lo había hecho alguna vez.

-¿Qué haces ahí?- la voz me resultaba muy familiar, pero el alcohol había disminuido notablemente mis facultades.
-Nada. -mi voz, ahogada. Ni tan si quiera me giré.

No tenia ganas de hablar, tan solo de perderme en mis emociones. Una condena a un circulo vicioso sin salida alguna. Unas manos grandes y fuertes rodearon mi cintura y me alejaron del borde de la montaña. Era Martín, compañero de trabajo y único amigo allí.

-¿Ya has vuelto a beber? -A veces me recordaba a mi padre.
-Solo un poco. -Mi voz titubeaba notablemente.
-No te estas en pie, Alicia, ¿a quien pretendes engañar? -su mirada, inquisidora - Podrías haber caído, te habrías echo mucho daño.
-No me he caído, pues ya está. -no me recordaba a mi padre, era peor que él.
-Eres un peligro Alicia. -esta vez sonreía discretamente, me pregunté que pasaría por su cabeza en aquel instante.
-Puede. -Estaba algo mareada.
-Vamos a pillar un catarro de los buenos. - aun no terminó la frase cuando abrió el paraguas de nuevo.
-¿Qué hacías por aquí?
-Nada, pasear, sabes de sobra que las noches lluviosas en Montmatre son mi fuente de inspiración. - Martín destacaba por su espíritu artístico, tanto cómo diseñador como de músico.- Yo podría preguntarte lo mismo a ti.
-No se, no se que hacia aquí, sinceramente.  Sólo me estaba dejando llevar. -el mareo menguaba.
-Eso no ha sonado muy alegre. -mientras terminaba la frase con pesar, me miró a los ojos. -¿ Tú has llorado verdad?
-No, es el alcohol.
-Mentira.
-Verdad.
-¿Se puede saber que te pasa? -Martín parecía realmente preocupado.

Me rendí, ¿a quien iba a contarle mi angustia interna si no era a el? Al fin y al cabo, era de confianza. Le expliqué cada detalle, desde aquello que me quitaba el sueño hasta mi decisión de regresar a España. El, me miraba serio, demasiado incluso. No articuló una sola palabra durante mi monologo interior exteriorizado.

-Eres tonta, muy tonta. No se me ocurre nada más que decirte. -Nunca antes le había visto tan serio.
-Si, eso ya lo se. -no sabia muy bien que responder.
-Si vuelves, dejarás atrás el que era tu sueño, te rendirás. En el fondo, sabes lo que te haría feliz, que te falta, solo que no eres lo suficiente valiente como para luchar por ello. Vales mucho, te lo aseguro, y si decides quedarte, te ayudaré mucho, todo lo que esté en mi mano. Lo prometo. Y eso de soledad, me tienes a mi, y me importas mucho, mucho más de lo que imaginas. Desde que llegaste, has transformado mi vida, aunque no te hayas dado cuenta.
-Martín, me has dejado sin palabras. -No sabia que decir, me había emocionado.
-Dime solo que te quedarás.
-Me quedaré. - Aun no estaba del todo convencida.
-Te acompañaré a casa. -comenzaron a bajar la alta escalinata. - Necesitas descansar.

El silencio fue el protagonista desde aquel paseo. Al llegar a mi portal, con una mirada tierna, me dio las buenas noches.

Me acosté, todo daba vueltas, todo menos mis ideas. Martín era increíble. No me marcharía, aun tenia muchos sueños por cumplir, y esta vez tenia la certeza de que, con esfuerzo, lo conseguiría.


Tal vez, no puedas cambiar el mundo. Pero lo que si puedes es cambiarle el mundo a alguien.

3 comentarios:

  1. Esta muy chulo!! la verdad, me he identificado en muchas cosas!! :) Sigue así Miriam!! un besazo muy cupckero(esa palabra existe?jaja)

    ResponderEliminar
  2. "No tenia sentido, todo lo había perdido. Caminaba sin rumbo, perdida en la inmensidad del mundo." ¿Esto rima a posta o es casualidad? :P

    Cuando escribas diálogos, luego léelos en voz alta para ver como quedan, porque algunas veces las respuestas quedan un poco artificiales, que es justo lo contrario que buscas en un relato de este tipo.

    Pero está bien.

    ResponderEliminar
  3. Está muy bien, Miriam, porque transmites muy bien las sensaciones de la protagonista, y el ambiente lluvioso, y eso es fundamental. Sólo un consejo, dales un poco más de libertad a tus personajes, que sean ellos mismos. Sigue escribiendo.

    ResponderEliminar