viernes, 29 de junio de 2012

Una historia como cualquier otra. Parte II

Pasaron las semanas, y nada más se supo de aquel extraño encuentro. Un recuerdo ya lejano, olvidado. Carolina tomó la decisión de considerar aquella mañana de Lunes como una mera anécdota sin importancia, una tontería.

Por el contrario, Mario no se la quitaba de la cabeza. Ansiaba el momento del reencuentro. Creía haber dejado la suficiente intriga como para atraer su atención. Estaba muy equivocado. Esta vez seria el destino el encargado de sorprenderles a ambos.

Ocurrió una noche de Julio. La luna seria la única testigo y las estrellas, cómplices de los secretos que guardaría aquella madrugada estival. Plain White t's, la banda sonora. Ambos llevaban meses esperando aquel momento. Al fin escucharían en directo a uno de sus grupos preferidos. Horas y horas de cola, una lucha por las primeras filas. A penas faltaban unos minutos para que aquello comenzase. Carolina y sus amigas ya habían empezado la noche. Algo más sonrientes de lo normal bailaban y conversaban eufóricamente. Aquella noche Carolina estaba especialmente deslumbrante. Sus rasgados ojos azabache contrastaban con el rojo pasión de sus labios, a juego con el vestidito que tenia preparado para aquella ocasión. Él, también cercano a las primeras filas, estaba en el otro extremo del escenario. Polo blanco, pitillos mostaza, sonrisa perfecta. Jamás hubiese podido imaginar lo que aquella noche le tenia preparado.

Pasaban las once. La música ya llenaba el ambiente. Se respiraba fiesta, alegría, melancolía, tristeza, amor, mucho amor. Es curiosa la capacidad que tiene la música para hacernos sentir, para teletransportarnos a momentos pasados, intensificar emociones.  Ella se movía al ritmo de la música, cantaba a gritos las canciones que tantísimas veces se había hartado a escuchar. Una frase, la piel de gallina. Una melodía, sensación indescriptible.

El fin de la actuación se acercaba. El concierto estaba resultando ser inolvidable. Publico insistente. Nadie quería que aquella noche finalizase tan pronto. Con un acento remarcado el cantante anuncio que tocarían una última canción. Euforia entre los presentes, saltos y aplausos incesantes. "Necesitamos a dos personas para esta ultima actuación" Los focos se movían velozmente por el público iluminando momentáneamente rostros, ilusiones. Poco a poco paraban, casualmente ambos muy cercanos a nuestros protagonistas. Fue en ese momento en el cual el destino, la fortuna, hizo su aparición, dio el primer paso. Cada uno por un lado, se acercaron al escenario. Aun sin subir, sin darse cuenta de nada, les vendaron los ojos y de la mano de un organizador subieron al escenario. Carolina estaba nerviosa, demasiado. Desde siempre se había sentido ridícula delante de la gente. Escuchaba su corazón en la sien. El estaba de lo más tranquilo, como era habitual. Sonreía, le encantaban este tipo de juegos, que el destino le sorprendiese. Los escasos segundos de espera se hicieron eternos.

"Let me take you there" fue la elegida para cerrar aquella noche. Una de las baladas más representativas del grupo, y ellos eran los seleccionados para interpretarla. Oscuridad, lo único que sus vistas percibían. Más de tres minutos en los cuales, tan solo podrían guiarse por aquello que intuyeran, sintieran. De la mano de los organizadores fueron llevados al ritmo de la música hacia algún lugar del escenario, parecía ser el centro, pero no estaban seguros. Se dieron la mano. Ella se sentía algo más segura sin saber porqué. Manos grandes, calidas, fuertes. Le apretó con fuerza casi inconscientemente, mientras su corazón se tranquilizaba lentamente. Fue entonces cuando empezaron a disfrutar, a olvidar todo el alrededor, cantaban, sonreían.

La canción llegaba a su fin. Frente a frente, de las manos, sus labios a milímetros. Les quitaron las vendas. Carolina no daba crédito a lo que sus ojos veían. Era el otra vez. Paralizada por completo, no respondía a ningún estímulo. La sorpresa de Mario no fue menor, sonriendo le soltó las manos y la cogió por la cintura. Estaban en un extremo del escenario, un gran corazón de fuego les rodeaba. Un fuerte estruendo. Miraron al cielo. Fuegos artificiales. El cantante se acercó a ellos para agradecerles su participación mientras el publico aplaudía y silbaba incansablemente. Ella al fin reaccionó, separándose de el, aunque su interior gritaba con todas sus fuerzas lo contrario. Mario discretamente se acerco a ella y le dijo algo al oído."Nos vemos detrás del escenario". Bajaron cada uno por un lado.

Carolina algo aturdida aun, alcanzó a sus amigas. Estas la recibieron enérgicamente. "Cuanto amor he visto ahí arriba" exclamó la más cercana a ella. No podía casi hablar, no asimilaba lo que acababa de ocurrir, era demasiada casualidad. Lo más preocupante era su opinión sobre estas últimas. Necesitaba hablar con el, saber quien diablos era. "Ahora vuelvo, no tardaré mucho". Corriendo entre la gente logró escapar a solas. A los pocos minutos llegó a su destino. Mario la esperaba, al verla no pudo evitar sonreír, le encantaba demasiado, si es que eso es posible. A pocos metros, un descapotable casi tan rojo como los labios de ella. Había demasiado ruido para hablar. A gritos el le propuso alejarse un poco de allí. Ella, sin pensarlo, dejándose llevar subió a su coche. ¿Qué locura estaba haciendo? Ni tan si quiera conocía su nombre. Bajaron al minuto, cuando ya tan solo se escuchaba la paz de la noche. Ella no se atrevía a hablar, el esperaba a que fuese ella quien rompiese el hielo. Un grillo fue el que se decidió al fin. El sonrió, como de costumbre, una sonrisa contagiosa, magnética, seductora. Se miraron a los ojos durante un segundo, un breve instante. Mario sin dudarlo, sin pensar, dejándose llevar la beso dulcemente. Un simple roce. Otro. Otro. Cada vez más pasión, deseo desatado. Besos, caricias, todo menos palabras. Carolina se separó bruscamente de el. Ella no era de ese tipo de chicas.

-Dime quien eres, por favor -más que una orden parecía un suplica.
-Ya te dije aquella mañana en el bus que no. -Era demasiado testarudo.
-Dímelo. -le miró desafiante.
-No.
-Idiota.
-Muchas gracias. -le guiñó el ojo, haciéndola rabiar aun más.
-Llévame al concierto ya. -Carolina parecía realmente enfadada.

Sin articular una sola palabra más la dejo en el concierto y volvió con sus amigos. Ninguno de los dos contaría absolutamente nada de lo que acababa de ocurrir. Tampoco podrían olvidar una noche tan mágica como aquella. Carolina tenia la certeza de que esta no sería una historia como cualquier otra.



"Canciones que acompañan y recuerdan momentos, sensaciones. Canciones para reescuchar millones de veces, verdaderas obras maestras. Porqué, la música no es tan solo lo que escuchamos, si no todo lo que lleva tras ella."

No hay comentarios:

Publicar un comentario