sábado, 23 de junio de 2012

Una historia como cualquier otra. Parte I.

Una típica mañana de lunes, en una ciudad como cualquier otra, una chica de lo más normal subía a un autobús. La rutina de cada semana. Un cambio inesperado. Una insignificante historia como cualquier otra, o tal vez no.

Su ondulada melena despeinaba distraía la atención de las profundas ojeras que caracterizaban su rostro en aquella época de exámenes. Las mañanas no le favorecían para nada. Ojos oscuros, sonrisa sincera, sus armas más poderosas. Los auriculares sus mejores aliados. La melodía de Something inédita de los Beatles deleitaba sus oídos. Un asiento libre desde el cual contemplar la misma estampa de cada día. “Something in the way she moves...” sus rosados labios articulaban la bonita letra sin emitir sonido alguno. Las puertas se cerraron. Carolina continuaba en su mundo, evadiéndose completamente de su alrededor. En algún momento cerraba los ojos, para así sentir con más intensidad la música. Adoraba olvidarse de todo, soñar despierta, imaginar historias imposibles, buscar señales del destino. Las casualidades no existen, son simples señales por interpretar. En el bolsillo derecho de sus desgastados vaqueros, su inseparable smartphone. Una vibración, un nuevo Whatsapp. El número, desconocido. Algo en el le llamó la atención; acababa en veintitrés. Aquel maldito numero llevaba meses persiguiéndola. No se detuvo un segundo más y abrió el mensaje. “Sinceramente, dudo que me recuerdes. Si la curiosidad te puede, ve a la parte trasera del autobús. No, no soy un psicópata, tranquila.” Frunció el ceño, era demasiado extraño. Dentro de ella, una pelea entre el miedo y la curiosidad. Tras una batalla campal de varios segundos, esta último venció.  Nerviosa, se levantó cuidadosamente para no perder el equilibrio. La torpeza era uno de sus distintivos, especialmente cuando estaba algo alterada. Sus ojos, sin descanso, recorrían una y otra vez aquel pequeño espacio en busca de alguna pista, algo que revelase la identidad de su espía. No reconocía a nadie, ningún rostro familiar. No sabia a quien acercarse, que hacer, que decir, se sentía ligeramente mareada. Él, por el contrario, la observaba tratando de ocultar esa sonrisa picara que tanto le caracterizaba. Nunca hubiese imaginado que una mañana de Lunes pudiera prometer tanto. Alrededor de veinte años, metro ochenta, grandes ojos verdes, labios carnosos, postura seductora, manos en los bolsillos. Ninguna mujer podría subir a aquel vehículo sin reparar en el gran atractivo de Mario. Sus miradas se encontraron accidentalmente. Ella sintió algo extraño, no sabia muy bien que era. Un pinchazo en el pecho. ¿En el corazón? No, esas cosas no le iban a ella. Él, aprovechando el contacto visual le sonrió. De nuevo aquella extraña sensación. Carolina se maldecía por dentro. Amor igual dolor, conclusión de su experiencia. No quería volver a experimentarlo […] al menos por un tiempo. Se había prometido a si misma pasar de los hombres, olvidarse de ellos, alejarse de los problemas. Sin levantar la mirada del suelo, llegó a la parte trasera, deseando que el chico de la sonrisa no fuese “su señal”. Sobre su hombro, la mano de Mario, llamando su atención de nuevo. Era él. Carolina notó como la presión en su sangre aumentaba.

-¿Si? -le miró bruscamente, sin tan siquiera quitarse los cascos. Casualmente, “You found me” comenzó a sonar. Y repito, las casualidades no existen.
-¿Parece que busques a alguien no? - Mario guiñó el ojo y frunció los labio reteniendo una sonrisa excesivamente magnética.
-Si […] Pero no se a quien. -No se atrevía a mirarle a los ojos, temía que ocurriese lo que el destino le tenia deparado.
-Nunca había escuchado nada parecido. - Intentaba hacerse el interesante - ¿ Y no sabes nada de él?
-¿Cómo sabes que es un hombre? -Le miró instintivamente a los ojos por primera vez, o al menos, eso pensaba ella.
-Me acabo de delatar ¿no?
-Un poco.
-Te recordaba menos borde.
-Yo simplemente no te recuerdo.
-Lo imaginaba ¿sabes? - Mario intentó huir de la atmósfera de tensión que se estaba creando.
-¿Quien eres? -le miró seriamente a los ojos.
-Eso tendrás que averiguarlo tú.

Las puertas se abrieron justo en ese instante, y sin más despedida, Mario abandono el autobús. Carolina permaneció perpleja durante unos minutos, de pie, mirando al frente. No entendía nada de lo que acababa de pasar. Miró su móvil, tenía un nuevo mensaje. El mismo número de nuevo. “No te molestes en llamarme, no contestaré. Busca un modo más original.” Frunció el ceño, no pensaba caer en su juego. ¿El comienzo de una nueva historia? Tal vez si, tal vez no.



"Puedes imaginar todo cuanto desees, la vida siempre te sorprenderá con algo absolutamente diferente"

2 comentarios:

  1. Hola Miriam. Magnífico relato. Supongo que lo vas a continuar. Tiene un ritmo trepidante ý la tensión va en aumento durante todo el relato. Espero la continuación.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leerme. Si, por supuesto, estoy preparando la segunda parte ya ^^
      Yo también me iré pasando por tu blog. :D

      Eliminar